miércoles, 27 de mayo de 2015

El arte de vender mierda

En este libro se cuenta la historia de dos biólogos que, comenzando todo como una broma, hicieron creer a numerosas personas que existía una nueva "medicina alternativa", llamada "fecomagnetismo", que podía curar basándose en heces humanas. Se trataba de una mezcla muy bien condimentada de homeopatía, biomagnetismo y otras pseudomedicinas. Uno de sus protagonistas cuenta cómo lograron hablar con supuestos terapeutas, políticos y muchas otras personas que, sorprendentemente, dieron por auténtica la broma. Esta es la apasionante y divertida historia de cómo algunos individuos logran engañar a millones de personas y, al mismo tiempo, un análisis donde se explica cuál podría ser la solución a estas estafas.

Conclusiones del autor:
"Los seres humanos somos una especie delicada que ha sobrevivido gracias a su inteligencia y su curiosidad, pero somos nosotros quienes debemos decidir qué camino elegir. La ciencia puede ayudarnos a reparar errores que hemos cometido como especie desde siempre. La pseudociencia, en cambio, nos aboca al desconocimiento, la superstición y el engaño colectivo. Nosotros, como sociedad, debemos elegir el camino que deseamos con más fuerza: aplicar la ciencia de una manera inteligente o continuar la tradición mística y pseudocientífica. El segundo camino nos aboca al estancamiento intelectual y científico, y solo disponemos de la ciencia para sobrevivir en este mundo oscuro y difícil".

Prólogo de Javier Armentia:

Sé que usted, querido lector, no es de los que se creen la primera idea rocambolesca que le cuentan. Que aplica un elemental criterio de precaución y que, ante una afirmación sorprendente, siempre se pregunta si tal historia es real o si esconde, como tantas veces ha detectado, un timo, una pérdida de tiempo, un interés…
Sin embargo, conocerá a gente de su entorno que no consigue desarrollar ese pensamiento crítico. Por ejemplo, esa persona que le llega y le comenta que acaba de comenzar una dieta estupenda que le ha hecho ya bajar diez kilos, con solo dejar de comer los lunes alimentos que comiencen por A; los martes, por E; los miércoles, por I o U; los jueves, por O; y los fines de semana, nada que tenga color rojo. Y le insiste que esta maravilla (“yo también soy escéptico, pero, ya ves…, funciona”, le dirá condescendiente) tiene, además, una base empírica y que, aunque ya se practicaba en algún lugar lejano, ha sido avalada ahora por las técnicas de resonancia magnética que unos científicos de la NASA han comprobado fuera de toda duda… Cuando usted le pregunte en qué idioma funciona lo de las letras, porque no es lo mismo el nombre en chino que en inglés, le mirará aún con mayor condescendencia y le dejará por imposible: “Tienes que abrir más tu mente, esa actitud negativa acabará con tu salud”, añadirá antes de ir a contar a otro la buena nueva.
O puede que usted sea alguien a quien acusar de estar vendido al capital, a los gobiernos o al Gran Contubernio, porque cada vez que le mencionan uno de esos misterios insondables que nos ocultan, y que cada fin de semana pueblan los espacios de radio y TV dedicados a la venta y colocación de exclusivas mundiales llenas de misterio y sospecha, contesta con sorna que resulta curioso que todas las teorías de la conspiración acaben convirtiéndose en negocio para los mismos

miércoles, 20 de mayo de 2015

"Ni Dios, ni amo", un lema con pleno sentido

El ateísmo fue inherente al movimiento socialista desde sus orígenes, aunque únicamente los anarquistas iban más lejos con el rotundo y significativo lema "Ni Dios, ni amo". Es decir, no al principio de autoridad, ya sea sobrenatural (poniéndola en primer lugar) o muy terrenal. Anarquismo es sinónimo de autonomía, a nivel individual y social, y tal noción no es totalmente posible si existe algún tipo de voluntad suprema. Insistiremos, desde siempre el anarquismo ha hecho propaganda contra la religión, por considerar que es consustancial a ella la existencia de alguna forma de autoridad por encima de los seres humanos. Es algo muy sencillo, y demasiado evidente, no puede haber libertad con la presencia de un amo, ultraterreno, eclesiástico, ideológico o político, del tipo que fuere.

Por lo tanto, dejaremos claro que el deseo de autonomía es propio del anarquismo. La opción, individual a priori, de estar solo y renunciar a cualquier tipo de "guía" requiere, como es lógico, un gran esfuerzo, voluntad y una reflexión continua. No pocas veces, se acusa al ateo de dogmático y de cerrarse a indagar en lo que podemos llamar "especulación metafísica". Bien, como he dicho otras veces, el término ateo recoge a muchos tipos de personas e ideas, pero lo que puede unir a un ateísmo combativo es haber comprendido los mecanismos que conducen a creer en según qué cosas (necesidad, tranquilidad, miedo...) y otorgar un horizonte amplio a la razón y a la ciencia. Sí, es posible que la negación de los viejos autoritarismos religiosos no haya conducido a muchas personas al ateísmo propuesto (es decir, a la negación "de" para, posteriormente, construir una realidad humana mejor: de nuevo estamos en los conceptos "negativo" y "positivo" de la libertad), pero yo llamaría la atención sobre esos mecanismos anteriormente mencionados, es posible que no difieran demasiado en las diversas creencias por muy diferente que se presenten en su envoltorio o por muy sofisticadas que quieran aparecer. Si, además, hay tantas creencias que se presentan hoy en día con el subterfugio de "cierta" legitimidad científica, la cosa se complica un poco (no demasiado, si tenemos las cosas claras y seguimos confiando en un conocimiento sólido y en nuestras convicciones).


Volvamos al viejo lema anarquista contrario a cualquier instancia divina y a todo amo terrenal, que a pesar de su aparente simpleza es el obvio punto de partida de una sociedad libertaria. Esa negación requiere un gran esfuerzo (puede decirse que los sometidos tienden a relajarse, como sostenía La Boétie en su Discurso de la servidumbre voluntaria, o el propio Hegel cuando afirmaba que el poder del amo se alimentaba del miedo del esclavo), una tendencia ardua y fatigosa hacia la libertad, finalmente satisfactoria, por supuesto, y con poca posibilidad de que haya un camino de retorno. Se dice continuamente que estamos en una etapa de decadencia (algo que no es solo propia de esta crisis actual, llevamos ya mucho tiempo así y difícil es no recordar un tiempo en el que no se haya analizado de esta manera), y solo el anarquismo parece resistir bien al paso del tiempo como movimiento. Hay quien ha señalado que esto es así por ser el movimiento libertario más una moral que cualquier otra cosa, algo con lo que estoy de acuerdo. La intolerable decadencia que sufren las más variadas doctrinas religiosas y políticas no afecta a quienes no negocian con sus convicciones, y tampoco se mantienen alejados en ninguna suerte de "idealismo", sino que pretenden incidir permanentemente sobre el mundo en el que viven. El desprestigio de la razón, tal y como surgió del proyecto de la modernidad, ha dado cabida a todo tipo de creencias, que a mi modo de ver no son más que el síntoma de esa decadencia.

El anarquismo confía también en la razón (no sé si denominarlo "racionalismo", ya que se trata de una corriente filosófica muy determinada, aunque hay un sentido coloquial que me parece muy diferente al que quieren darle los eruditos), y se trata de otorgarle un mayor horizonte, no de dar cabida a lo irracional y a posturas espirituales y místicas de lo más cuestionables. Es por eso que la decadencia y el despiste de todo tipo que sufrimos haya conducido a buscar refugio en nuevas creencias o creencias exóticas, como es el caso de las religiones orientales, que se presentan con una autenticidad más o menos explícita. Existen posturas históricas, morales e ideológicas, que son muy recuperables, la decadencia que sufrimos es precisamente síntoma de la tergiversación y renuncia que han sufrido. Por supuesto, no somos reaccionarios ni fanáticos, somos progresistas y creemos profundamente en la libertad, lo que ocurre y no gusta a muchos es que no hemos negociado con nuestra moral. Son aclaraciones que hay que realizar, y demostrar, de forma continua para refutar afirmaciones de gran pobreza intelectual y/o mezquindad. Sigue habiendo motivos para reflexionar sobre el ateísmo y para reivindicar el viejo lema anarquista: "Ni Dios, ni amo".

sábado, 16 de mayo de 2015

Ateología

Uno de los más conocidos divulgadores del ateísmo en los últimos años es el filósofo francés Michel Onfray. Aunque no comulgo con parte de su estilo incendiario, sí considero que sus puntos de vista son valiosos y libertarios. La reivindicación es la de una razón decididamente antirreligiosa y antimetafísica, la cual combata toda tentación de tranquilidad existencial y no mantenga a las personas en un infantilismo mental permanente.

Desgraciadamente, el ser humano posee una inclinación hacia la credulidad y la ceguera, a construirse un escenario ficticio aparentemente feliz. La vida está plagada de dificultades y de crueldades, por lo que tantas veces se opta por las fábulas, los mitos y los cuentos para niños, los cuales son ya adultos, cualquier cosa menos aceptar la evidencia de la realidad; los problemas son suprimidos en lugar de hacerles frente, tengan solución o no. Onfray, a pesar de su ataque furibundo a las creencias, es comprensivo con los creyentes, pero en absoluto con los que organizan esos recursos metáfisicos producto de la debilidad de las personas. Precisamente, lo que se denuncia es que los comerciantes de la tranquilidad existencial sustentada en creencias sobrenaturales, dejando a un lado los que directamente buscan simple beneficio económico, ocultan su propia necesidad síquica. Del mismo modo que el psicoanalista puede tratar de curar al prójimo, pero en realidad oculta el tener que preguntarse sobre su propia salud mental, los mediadores entre los dioses y los hombres "imponen su propio mundo para reforzar su conversión día a día".

Se dijo hace ya muchos años: "Cuando una persona sufre delirio lo llamamos locura. Cuando mucha gente sufre el mismo deliro lo llamamos religión". Así es, el problema es cuando la creencia privada se convierte en un asunto público y se pretende organizar la vida a los demás. Los mercaderes de los recursos metafísicos juegan con la pulsión de muerte que es, tal vez, inherente a todos nosotros, de tal manera que acaban pretendiendo el control total de las personas y de la sociedad. Onfray considera que esa pulsión de muerte nunca se supera trabajando sobre lo mágico y lo tenebroso, sino con un trabajo filosófico sobre uno mismo: "El ateísmo no es una terapia, sino salud mental recuperada". De ese modo, se rechazan la fe, las creencias y las fábulas y se acude a la razón y la reflexión.

No hay reparo en acudir a la tradición racionalista que surge de la Ilustración, aunque es aquí donde Onfray se pone más interesante e innovador. Tantas veces se reivindican las luces de la razón ilustrada (Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Kant...), precidamente porque son luces presentables, políticamente correctas. Lo que se demandan son luces más intensas y audaces, ya que aquel periodo histórico y el proyecto de la modernidad consecuente eran, como mucho, deístas. Es reivindicable un ala histórica mucho más radical que apuesta decididamente por el materialismo y la sensualidad. No es que en la obra de Kant, por ejemplo, no haya elementos valiosos para acabar con la metafísica occidental, es que el filósofo alemán no se atrevió a ello. Constituyó un progreso la distinción entre dos mundos independientes, los de la fe y la razón, pero continúa pendiente reivindicar la primacía del segundo sobre el primero. De algún modo, al separar los dos mundos, la religión quedó a salvo al no tocar sus pilares: Dios, la inmortalidad del alma, la existencia del libre albedrío...

Hay quien ha etiquetado a Onfray de ateo posmoderno, y no sé si es totalmente acertado. Más bien se trata de una reivindicación innovadora de los postulados de la Ilustración. Se deduce ello de su crítica a Kant, de cuya obra ¿Qué es la Ilustración? reivindica todo: emancipar a los hombres de la minoría de edad, construir los medios para alcanzar esa edad adulta, que cada persona sea consciente de sus capacidades intelectuales, llevar la razón a todos los ámbitos de la vida, tener capacidad crítica y política... Pero lo que rechaza de Kant es esa protección del mundo religioso poniéndolo a salvo de la razón, por lo que hay atacar los mismos pilares de la tradición metafísica: la inexistencia de Dios (del alma y del libre albedrío). No se rechazan las luces de la Ilustración, algo propio tal vez de un autor posmoderno (que relaciona la metáfora de la luz con el deseo de imponerla a los que se mantienen en la oscuridad), sino que se reclaman más y mejores luces (el plural no es casual).

Onfray, en alguna ocasión se ha manifestado como libertario, por lo que solo podemos entender el ateísmo como una parte de la condición libertaria y antiautoritaria. De hecho, Onfray menciona a otros autores posteriores a Kant, como Feuerbach, Nietzsche, Marx y Freud, que aportan mucho para acabar con la religión, pero luego el siglo XX acabará consolidando esa separación real de la razón y de la fe. No obstante, y después de pasar por cierta recuperación de la razón, nos encontraríamos ahora en un terreno nuevo, libre de metafísica, en el que Onfray ofrece su ateología. Recupera un término de George Bataille de 1950, alusivo a una obra suya incompleta, para ofrecer una especie de deconstrucción histórica de la teología. Es una tarea ambiciosa y monumental, en la que hay que apelar a todas las disciplinas humanísticas, para acabar ofreciendo una física de la metafísica: frente a los delirios de la trascendencia, un verdadera teoría de la inmanencia.

sábado, 9 de mayo de 2015

Lo que dice Wikipedia


Todos usamos, en mayor o en menor medida, aunque solo sea como referencia, la enciclopedia digital Wikipedia. Las críticas, no son pocas, es cierto y seguramente con razón en muchos casos. No consideramos, ni mucho menos, que sea la panacea y no se nos ocurre citarla como fuente en ningún caso, lo cual no quita que sea de obligada lectura como primer paso para textos más eruditos. Como en este blog somos pertinaces, vamos a ver, como curiosidad, lo que sostiene sobre según qué conceptos asociados a las terapias alternativas; puede acusarse a la Wikipedia de cierta subjetividad y partidismo, o de estar tan manipulados los que escriben como todo hijo de vecin, pero mejor veámoslo comprobando si es posible las citas.

Medicina alternativa

Extensa entrada donde se dice que los efectos sanadores de este grupo no están apoyados por ninguna evidencia obtenida por método científico; se la opone a la medicina basada en evidencia (que, por cierto, también tiene su propia entrada). Gran parte de la entrada dedicada a 'Medicina alternativa' está dedicada a sus críticos, los integrantes de la comunidad científica, hablando de "afirmaciones engañosas", "pseudociencia", "fraude" o "metodología científica defectuosa". También se señala, como ya es conocido, que las críticas son rechazadas por "estar supuestamente basadas en prejuicios, intereses económicos o ignorancia". Diremos que es importante, sobre todo, acudir a lo que se sostiene en un discurso, no solo a quién lo dice; si los argumentos son falaces, y/o están al servicio de determinados intereses, es algo que se concluye, nunca puede ser un razonamiento apriorístico.

Medicina tradicional china
Después de explicar en qué consiste (lo del ying y el yang, el chi, etc.), se afirma sin tapujos que "hay que resaltar que en ningún estudio científico riguroso se ha demostrado su eficacia más allá del efecto placebo, la bien estudiada respuesta estadística que dice que cuando te encuentras mal no sueles ir a peor sino que tienes una ligera mejoría, y el efecto del propio sistema inmunitario ante la enfermedad, que puede ganar la batalla tras un tiempo más o menos largo de forma autónoma". No obstante, también se dice que la excepción para la Organización Mundial de la Salud parece ser la acupuntura, que es eficaz al menos en 49 enfermedades y trastornos. Como en otras terapias orientales, la religión y su cosmogonía se encuentran asociados a este tipo de conocimiento milenario; los testimonios de curaciones, estaremos de acuerdo, se producen en todas las religiones.

Medicina ayurvédica
Otra medicina tradicional milenaria, esta de la India. Se explica de tal manera, que no difiere demasiado de las revelaciones de textos sagrados. En la India, es toda una carrera de medicina con unas cifras de práctica aparentemente apreciables, aunque recordemos que se trata del segundo país más poblado del mundo con más de 1.200 millones de habitantes. La herboristería, que sí puede ser una medicina con evidencia científica al valorar un principio activo curativo, tiene un peso importante en la Ayurveda; no obstante, en la entrada de Wikipedia se alerta de la falta de controles de calidad para detectar sustancias nocivas.

Terapia de energía
Uno de los cinco tipos de medicina alternativa, pero que tiene una entrada de corta extensión en Wikipedia; "en la mayoría de los casos se encuentra científicamente comprobado que los resultados benéficos obtenidos se deben al conocido efecto placebo y no a la propia terapia". No existe evidencia alguna sobre los supuestos campos de energía que, según los practicantes de este tipo de terapias, rodean al cuerpo humano. Otra variante es la manipulación de campos electromagnéticos, cuyas existencia está más que verificada, pero en este caso con un "uso no convencional".

Osteopatía
"Se basa en la creencia de que los huesos, los músculos, las articulaciones y el tejido conectivo no solo tienen la función evidente de formar parte de nuestro cuerpo, sino que desempeñan un papel central en el mantenimiento de la salud". Es una práctica reconocida en países como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, pero "su uso se limita a prácticas no invasivas incluidas en la medicina convencional". En un epígrafe dedicado a la críticas se dice que la comunidad científica la considera una pseudociencia, ya que está basada en principios obsoletos; sus efectos beneficiosos son equiparables a los de cualquier otro masaje terapéutico, pero se advierte de su mala praxis por personal no cualificado.

Quiropráctica
Basada en la idea de que el organismo puede autoregenerarse y en un supuesto principio regulador llamado 'inteligencia innata' que gobierna todo ser vivo (visiones del siglo XIX); las "revisiones sistemáticas no han encontrado evidencia de que la quiropráctica sea efectiva, y en los casos en los que ha resultado positiva, los posibles riesgos asociados a la manipulación de las vértebras la desaconsejan".