martes, 5 de agosto de 2014

Paul Kurtz, escéptico, humanista y librepensador

Paul Kurtz, fallecido en octubre de 2012, fue un escéptico, humanista y librepensador, conocido enemigo intelectual de las religiones y de las jerarquías que las representan. Kurt había nacido en 1925 en Newark (Nueva Jersey, Estados Unidos de América), y era hijo de unas padres judíos a los que él mismo definió como librepensadores. Su postura escéptica y atea le acabo convirtiendo en un activista combativo a favor del pensamiento racional y de un humanismo enemigo de todo teísmo; este compromiso le acompañará hasta el fin de sus días. Respecto a la proliferación de la seudociencia y la sinrazón en las sociedades modernas, otro objeto del estudio y de la crítica de Kurz, junto a factores sociológicos y culturales, recordaba este autor la tendencia sicológica del ser humano a cierta credulidad, en forma de ingenuidad acrítica, junto a la fascinación por el misterio y el drama, sin tener muchas personas la capacidad aparente para distinguir realidad de ficción, producto tal vez de una existencia anodina. El caso de la fe religiosa puede también, en parte, ser explicada por esa tendencia a la credulidad y por la seducción del misterio, junto a la evidente necesidad por buscar un sentido en la existencia. El progreso social e intelectual debería tener en cuenta estas necesidades del ser humano y mostrar una alternativa en la que no se vea sacrificada la perspectiva crítica y escéptica.

Topamos aquí de nuevo con el enfrentamiento filosófico entre objetivismo y subjetivismo, ante lo que Kurt afirmaba: "Una creencia es verdadera si, y sólo sí, ha sido confirmada, directa o indirectamente, por referencia evidencia observable. Una creencia también es validada al ofrecerse razones que la apoyen. Aquí hay consideraciones lógicas que son relevantes". Se aboga por una actitud científica en los asuntos humanos, que queda determinada por una inteligencia crítica que evalúe permanentemente las creencias; huyendo de toda conclusión absoluta y final, se renuncia a la voluntad de creer y, en la línea de Bertrand Russell, se apuesta por la voluntad de dudar. El adiestramiento en el escepticismo y en la inteligencia crítica lo pedía Kurt como principio educativo primordial: "La meta de la educación deberá ser desarrollar personas reflexivas -escépticas, aunque receptivas a nuevas ideas-, siempre deseando examinar nuevas desviaciones del pensamiento, aunque insistiendo que sean probadas antes de ser aceptadas". Por supuesto, no se limita solo a la escuela, sino que es necesario extenderla a otras instituciones sociales, como es el caso de los medios de comunicación; las más modernas tecnologías priman lo visual e inmediato frente a un análisis sólidamente sustentado. Así se explica en parte el dominio de las fuerzas de la sinrazón en sociedades tecnológicamente avanzadas, aunque es necesario tener en cuenta ciertos anhelos humanos en torno al drama, el misterio y el sentido en la vida; de esa manera, un programa de instituciones alternativas puede tener en cuenta un sistema de creencias que no caiga en lo falso y en lo irracional, apelando a otras dimensiones de la experiencia humana y otorgando un papel importante al arte, la filosofía y la ética en el objetivo de dar respuesta a las necesidades de cada persona.

Kurt era un profundo humanista, heredero de la ilustración y enemigo de los postulados de la posmodernidad. En ese sentido, defendía la ciencia como el sistema que probablemente mejor describe eso que llamamos realidad, proveyendo de explicaciones acerca de cómo y por qué se produce algo. Frente a todo relativismo intelectual y cultural, que pretende situar la ciencia al mismo nivel que cualquier otro discurso, como puede ser el teológico, se apela entonces por la investigación experimental y la confirmación teorética. Por supuesto, esa defensa de la ciencia tiene una visión amplia, crítica con la instrumentalización por parte del poder y con la especialización financiada por las grandes corporaciones transnacionales en busca del beneficio económico. La ciencia y la filosofía deben encontrarse, en aras de un horizonte humanista lo más extenso posible; del mismo modo, el empleo de la razón, más sensible al subjetivismo, debe huir de toda abstracción y de todo absolutismo y estar abierto a continuos cambios y revisiones. Aunque el conocimiento se ve influido por el contexto sociocultural, donde Kurtz se aleja de la visión posmoderna es en pensar que los métodos de investigación deben ser confirmados por su comprobada efectividad en comparación con otros sistemas.

El humanismo de Kurtz, como resulta obvio, no le hace caer en un cientifismo extremo ajeno a los valores humanos. Abogó siempre, además de por la libre investigación, por la libertad de pensamiento, teniendo en cuenta los factores sociales y políticos que la limitan. El individuo tiene pleno derecho a tomar sus propias decisiones, a su autonomía moral en todos los ámbitos, como son el amor, la familia, la amistad, el trabajo, la medicina o, en última instancia, su visión sobre la vida o la muerte. Kurtz consideraba que en su visión humanista sí hay estándares éticos objetivos, por mucho que se reconozca la diversidad de valores, ya que hay normas éticas aplicables al conjunto de la humanidad; Kurtz se ve influenciado por Kant, por un lado, pero también por cierto utilitarismo modificado, ya que no es posibles separar fines de medios (realiza aquí una crítica a la izquierda marxista y le acerca a la visión libertaria). En aspectos sociales, el humanismo por el que apuesta Kurz ofrece una teoría social significativa, estrechamente vinculada a los derechos humanos y a una filosofía democrática, abierta y respetuosa con la diferencia. La visión humanista no renuncia al ideal social e individual, trata de mejorar permanentemente la condición humana, y de transformar la realidad a mejor, sin subordinarse a supuestas leyes de la historia ni a falsos determinismos, gracias a la valentía humana y a sus posibilidades cognitivas. Es una apuesta, tan optimista como humanamente enérgica, por una nueva Ilustración.

Enlace a sindioses.org con varios artículos de Kurtz traducidos al castellano.

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